El Golem fue creado por el Maharal de Praga en el Siglo XVI, para defender el Barrio Judío. Cumplió cabalmente su misión, pero se volvió demasiado violento, y hubo que encerrarlo.
En su frente se leía la palabra "emet", o sea, "verdad". Cuenta la leyenda que el rabino borró la "e", quedando la palabra "met", que significa muerto, y que desde entonces yace, en animación suspendida, en el ático de la sinagoga, cuya escalera derruyeron parcialmente para que nadie pudiera subir. Teóricamente, ahí espera que la ciudad de Praga lo necesite.

Pero la leyenda es falsa. Harto de toda esa inactividad, el Golem se mudó a Caracas, donde vive como un cincuentón agridulce, y abrió un blog para compartir sus fotografías y criticarlo todo. Bienvenidos a ese blog.

jueves, 19 de mayo de 2011

Deconstruyendo a "Venezuela" (la canción).



En estos tiempos en que los venezolanos hemos sufrido la diáspora por primera vez en nuestra historia, los símbolos que nos llenan de nostagia de la Patria, del "dulce dolor por la tierra amada" son particularmente importantes.

Estos símbolos no pueden, no deben, ser ídolos con pies de barro. Por eso quiero llamar la atención de mis escasos y ociosos lectores acerca de ciertas "coincidencias" entre "Venezuela" y la archi conocida "Mediterráneo", de Joan Manuel Serrat. Como una imagen vale por mil palabras, vamos a hacerlo con colorines:


Llevo tu luz y tu aroma en mi piel
y el cuatro en el corazón
llevo en mi sangre la espuma del mar
y tu Horizonte en mis ojos.

No envidio el vuelo ni el nido al turpial
soy como el viento en la mies
siento el caribe como una mujer
soy así que voy a hacer.

Soy desierto, selva, nieve y volcán
y al andar dejo mi estela
el rumor del llano en una canción
que me desvela.

La mujer que quiero tiene que ser
corazón, fuego y espuela
con la piel tostada como una flor
de Venezuela.

Con tu paisaje y mis sueños me iré
por esos mundos de Dios
y tus recuerdos al atardecer
me harán más corto el camino.


Entre tus playas quedó mi niñez
tendida al viento y al sol
y esa nostalgia que sube a mi voz
sin querer se hizo canción

De los montes quiero la inmensidad
y del río la acuarela
y de ti los hijos que sembrarán
nuevas estrellas.

Y si un día tengo que naufragar
y un tifón rompe mis velas
enterrad mi cuerpo cerca del mar
en Venezuela.


Quizás porque mi niñez
sigue jugando en tu playa

y escondido tras las cañas
duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor
por dondequiera que vaya,
y amontonado en tu arena
guardo amor, juegos y penas.
Yo, que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto eterno
que han vertido en ti cien pueblos
de Algeciras a Estambul
para que pintes de azul
sus largas noches de invierno.

A fuerza de desventuras,
tu alma es profunda y oscura.

A tus atardeceres rojos
se acostubraron mis ojos
como el recodo al camino.

Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino,
Tengo alma de marinero.

Qué le voy a hacer, si yo
nací en el Mediterráneo.

Y te acercas, y te vas
después de besar mi aldea.
Jugando con la marea
te vas, pensando en volver.
Eres como una mujer
perfumadita de brea
que se añora y se quiere
que se conoce y se teme.

Ay, si un día para mi mal
viene a buscarme la parca.

Empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal
desguace sus alas blancas.


Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo...


En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte.
Quiero tener buena vista.
Mi cuerpo será camino,
le daré verde a los pinos
y amarillo a la genista.

Cerca del mar. Porque yo
nací en el Mediterráneo.


Es curioso que a ambos se les haya quedado la niñez en las playas, lleven su luz y olor en la piel, comparen al mar con una mujer (que es buena pero brava), relacionen el atardecer con el camino, piensen que la muerte es opcional, pero en caso de que llegue, va a ser con un viento tempestuoso que rompa velas, y quieren ser enterrados cerca del mar.

Para no entrar en el detalle de que el tifón sólo existe en China, o en el otro de que en Venezuela no hay volcanes.

En resumidas cuentas, para los venezolanos que extrañamos a Venezuela (que somos todos los que tenemos cierta edad, pues la Venezuela que recordamos no existe), este no es el mejor símbolo, en mi modesta opinión. Yo, por mi parte, estoy contento con el Himno Nacional, que durante tantas generaciones nos ha servido para arrullar a los niños.